La gastronomía italiana es inconfundible. Entre sus delicias, lo más famoso son las pastas y pizzas, que se caracterizan por utilizar una diversidad de verduras, frutas, carnes, pescados y otros ingredientes que le han significado miles de adeptos alrededor del mundo. ¿Qué es lo que hace tan peculiar a la cocina de este país europeo?
No hay otra forma de comenzar más que hablando de la pasta. Los italianos comen alrededor de 25 kilos de este alimento cada año, por lo que no es de extrañar que tenga más de 600 variedades, que comprenden desde raviolis rellenos hasta fideos largos, fettuccine, penne y fusilli, pasando por varios tamaños de spaghettis.
En lo que a pastas se refiere, uno de los datos curiosos más conocidos sobre los tagliatelle, un tipo de spaghetti largo y aplanado, es que fueron inspirados en el cabello de Lucrecia Borgia, duquesa de la ciudad de Ferrara. Se dice que un cocinero boloñés de apellido Zefirano procedió a crear esta forma especialmente para la boda de la aristócrata.
Otra curiosidad bastante extendida es el origen de la salsa Alfredo, un aderezo basado en queso parmesano y mantequilla. Se dice que el chef romano Alfredo di Lelio inventó esta receta como una variante del fettuccine al burro (a la mantequilla) para servirla a la actriz canadiense Mary Pickford y su esposo el productor Douglas Fairbanks. Al volver a Hollywood, la receta llegó con ellos y desde entonces se extendió, principalmente, en Estados Unidos.
Por otro lado, hay que resaltar que, para los italianos, el almuerzo es sagrado. Alrededor de las 2 de la tarde es común que todos los habitantes busquen refugiarse en algún buen lugar para comer. Esto es más notorio en las ciudades pequeñas, donde persisten más las tradiciones y hay quienes dicen que hasta “se paralizan” a esta hora del día.
En este aspecto, el almuerzo tiene un cierto orden tradicional. Generalmente comienza con l’antipasti, aperitivos como quesos, aceitunas, alcachofas, entre otros; prosigue con il primo piatto, un plato caliente de pasta, risotto, gnocchi o sopa que es el previo al plato principal o secondo piatto, que puede incluir pescados, filete a la pimienta, carne a la florentina, entre muchas recetas. Este último generalmente viene acompañado de il contorno o guarnición, que va desde puré de papas, hasta verduras y ensaladas.
La aventura gastronómica de cada día concluye con il dolce, que, como podemos adivinar, se trata del postre. Algunas delicias italianas incluyen el tiramisú, gelato, turrones, torta caprese, y muchísimas opciones para deleitar el paladar. Y hablando de los postres, es normal asumir que el gelato es lo mismo que un helado, sin embargo, aunque es una traducción aceptada, el método y producto final son muy diferentes. Podemos decir, por ejemplo, que el gelato se revuelve lentamente, tiene menos grasa y se conserva a temperaturas más altas que las del helado como lo conocemos.
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